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 El Chico y la Bestia: Capítulo 4

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Manny Heatlook

Manny Heatlook


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MensajeTema: El Chico y la Bestia: Capítulo 4   El Chico y la Bestia: Capítulo 4 Icon_minitimeVie Jul 04, 2014 7:05 pm

La Firma

El piso se había pintado de blanco helado y el cielo estaba nublado, el aire se congeló y el movimiento en el pueblo cesó. Raimundo estaba observando el leve movimiento que se notaba en el pueblo mientras estaba recargado en la pared de una pequeña casa. Su abrigo de piel le cubría lo suficiente cómo para no sufriera del frío, pero por muy extraño que suene el pobre se estaba congelando, pero ni siquiera se tomó la molestia de irse a refugiar, no podía evitarlo, seguía pensado, seguía buscando una respuesta. Sentía que tenía que hacer algo, que debía de hacerlo, pero el problema estaba en el que no tenía idea de qué hacer. Suspiró. Fue en ese momento que el silencio del pueblo se rompió cuando pasos nuevos comenzaron a entrarse a él. Raimundo que estaba cerca, volteo y se encontró con las figuras de un par de viajeros vestidos de blanco, uno más alto que el otro, no se inmutó, solo los observó hacia dónde se iban. Ambos se detuvieron en medio de la plaza para que entonces, uno sacara un mapa y se pusiera discutir con el otro. Raimundo no estaba lo suficientemente cerca cómo para escuchar de qué estaban hablando. Señas, eso es lo que podía ver, quién sostenía el mapa, el más bajo, había comenzado a señalar el camino que llevaba a la montaña del Oeste. Sin necesidad de seguir poniendo atención, Raimundo dejó su posición para caminar hacia loa viajeros que no dejaban de discutir.
-¡No creo que sea para allá! El camino está muerto. –dijo el alto.
-Es por eso que ese es el camino, es obvio. –contestó el otro en mal tono.
-¿Todo bien, caballeros? –preguntó Raimundo con su tono de soldado. Aunque no tuviera el uniforme, sentía que aun tenía autoridad.
Ambos voltearon a verle, en silencio, sus rostros se extrañaron ante el tono del ojo-verde, pero por alguna razón era algo reconfortante.
-Creo que nos puedes ayudar, niño. –dijo el bajo.
Raimundo asintió, gustoso de ayudar.
-Estamos buscando el palacio abandonado, ¿Sabes dónde está? –preguntó el otro esperando un ‘no’ de antemano.
-Palacio abandonado…. –soltó Raimundo pensativo. – ¿Se me permite saber el por qué lo buscan? –preguntó con interés.
Los hombres en seguida intercambiaron miradas para que uno se encogiera de hombros y entonces el otro decidiera contestar. –Dicen que es ahí dónde se encuentra la última firma del Máximo, queremos ir por ella y llevarla al Templo Massimo.
-¿El Máximo? –soltó Raimundo incrédulo. –Pensé que eso era un cuento. –dijo con una risotada.
-Oh, no, muchacho. –soltó entonces el que tenía el mapa. –El Máximo es más real que todos nosotros juntos. –dijo solemne.
-De acuerdo…. –soltó el ojo-verde confuso. –Si es un palacio lo que buscan, creo saber dónde está, pero no sé si esta ese sello que dicen.
-Firma. –corrigió el alto.
-¿Dónde? –preguntó el otro ignorando a su compañero.
-En el monte del Oeste, son dos días de camino y otros dos de regreso… pero si viajan de noche llegarían en tan solo un día, y de regreso. –dijo apuntándolo para que ambos hombres lo voltearan a ver. –Pero, no creo que sea buena idea. –dijo entonces.
-¿Por qué dices eso? –le preguntó uno.
-Perdí a un hermano ahí. –dijo viendo el monte con lastima para que entonces se diera la vuelta y se fuera a casa, dejando a ambos hombres conciernes ante el comentario.
-¿Crees qué sea ahí? –le preguntó uno al otro.
-No tenemos nada qué perder, en realidad, pueda que encontremos una pista. –consoló.
-Entonces, vamos.

XXXXXX

-¡Ah! No. Otra vez. –soltó Jack mientras estaba sentado en el piano de la sala música. Frente a él se encontraban unas partituras con el titulo de “El Sueño de Cristofori”.
La sala se encontraba bastante animada, en realidad. Puesto, aunque Jack sintiera que su toque no fuera perfecto, tenía un público que estaba bastante complacido.
Ping-Pong se encontraba debajo del piano, acostado y con sus patas extendidas, mostrando sus instintos al aire mientras que en el sillón estaba una pantera que observaba atentamente a Jack, y en la alfombra había un tigre que ya se había quedado adormilado por la música junto con un par de cachorros. Ninguno se mostraba incomodo o disgustado con el toque de Jack, ya que este se había mostrado bastante bueno, aunque ni él lo sepa. –Me rindo. –soltó con una mueca haciendo que el tigre se alzara para ver el porqué la música se había detenido.
-¿Te aburriste de tocar, Jack? –preguntó el tigre al ponerse pie haciendo que los cachorros se levantaran de golpe, su voz grave y pesada hacía que el albino se sintiera regañado por Fung.
-¿Qué? No. –contestó volteando a verle. –Es que no me sale. Llevo toda la mañana, pero es realmente obvio que no soy bueno. –dijo con lastima.
La pantera se rió. –En realidad, eres bastante bueno, un poco más de practica, y serás perfecto. –aseguró con una voz delicada y femenina.
-¿De veras? –preguntó sorprendido.
-Sí, ya hace tiempo que no escuchábamos a alguien que tocara tan bien. –elogió.
-¿Quién más toca bien? –preguntó Jack bastante interesado ante el comentario.
-El Amo.
-Béatrice. –gruñó el tigre mostrando sus dientes mientras la pantera bajaba las orejas. Jack, al notar que eso no se debió contestar no sabía precisamente qué hacer, pero la curiosidad por saber le estaba matando.
-Vamos, Deimos, déjame contarle. –soltó Béatrice con lastima en su tono de voz.
-Tal vez deberíamos ponernos a trabajar. –gruñó Deimos empujándola lejos de la sala de música para ser seguidos por los cachorros. Al irse, Jack no pudo evitar bajar la cabeza con melancolía, se sentía excluido. Entendía por qué, pero no le gustaba la idea, con tan solo pensarlo, le hacía deprimirse por completo.
-No te sientas mal, Jack. –soltó Ping-Pong desde abajo del piano para sacarle un enorme susto a Jack.
-¿D-desde cuando estás ahí? –preguntó arrodillándose para verle mejor.
-Desde esta mañana, te he estado escuchado desde el principio. –explicó con extrañes mientras se estiraba para acomodarse  y quedar de frente al joven ojo-rubí. –Pensé que me habías visto.
Jack se sonrojó rotundamente. –N-no te vi, ¿de acuerdo?
Ping-Pong rodó los ojos. –Cómo sea. No te sientas mal. –repitió. –Somos sirvientes, no estamos en posición de hablar por el Amo, o del él. –le explicó con calma para que el albino asintiera.
Antes de que pudiera contestar, Ping-Pong alzó la cabeza con dirección a la puerta mientras sus orejas estaban alzadas. –Uh… ¿Todo bien? –preguntó Jack nervioso al ver su comportamiento.
-El Amo llama. –dijo poniéndose de pie y salir corriendo por la puerta. Jack, helado en su sitio, le tomó tan solo un par de segundos para reaccionar y ponerse de pie para salir corriendo tras Ping-Pong.

XXXXXX

Chase se encontraba en el comedor principal, en dónde tenía las comidas con Jack, y bien, en dónde las cuatro puertas se abrieron de golpe para dejar entrar a los enormes felinos y hacer fila frente a su Amo. Jack llegó a la habitación cuando la fila terminó de formarse y Chase le clavara la mirada encima en forma de confusión, pero al ver que el albino solo se encogió de hombros, lo dejó pasar.
-Hoy tendremos visitantes. –anunció el dragón con fuerza, la suficiente para que resonara en el lugar e hiciera que el albino se le pusieran los pelos de punta.
-¿C-cómo lo sabes? –Jack se atrevió a preguntar para recibir todas las miradas de los animales sobre él, algunas burlonas, otras sorprendidas y otras molestas.
Chase asintió para alzar su garra y del piso hacer aparecer un Orbe que se agrandaba como aparecía en frente del dragón y raíces negras crecieran debajo para sostenerlo una vez que llegara a su punto. –Acércate. –ordenó el dragón viendo a Jack, este en seguida lo hizo. El Orbe comenzó a revelar unas figuras en su interior haciendo que el joven se sorprendiera, eran dos hombres. Al aclararse la imagen y eso mostrar, Jack no pudo evitar mostrar un rostro asombrado debido a que jamás había visto tal cosa, pero fuera de las sorpresas, pudo contenerse para entonces volverse a la bestia y mostrar un rostro lleno de confusión. –Se dirigen para acá. –explicó. El ojo-rubí asintió al poner un rostro de comprensión y seguir admirando las imágenes que mostraba el Orbe.
-¿Cuándo llegarán? –preguntó.
-Por el paso que llevan, deduzco que para mañana en la mañana. –contestó.
-¿Entonces?  
Chase suspiró ante la pregunta mientras cerraba loa ojos lentamente, se notaba que fuera lo que fuera, no le gustaba hacer, pero no quedaba de otra. –Jack, me temo que no podrás salir un tiempo. –dijo en tono de disculpa para que él joven pusiera un rostro de confusión, y queriendo contestar no pudo puesto Chase continuó. –Ya saben qué deben de hacer, cierren todo y preparadse para no ser vistos. –ordenó para de repente los felinos comenzaran a moverse con velocidad. –Béatrice, Deimos y Maurice. –llamó para que cuando la habitación se vaciara, quedaran ellos. –Cuiden de Jack y llévenlo a su habitación, no dejen que le vean y cierren el acceso a su piso.
-Sí. –contestaron a coro para hacer qué Jack volteara a verles y entonces a Chase en busca de respuesta.
-¡Chase! –soltó el albino. – ¿Puedes explicarme porque ahora parece que me estas castigando?  
Chase alzó la ceja, confuso ante el comentario, pero decidió explicarse de todos modos. –Lo siento, Jack –dijo el dragón –, pero no puedo dejar que algo suceda. Si llegaran a verte, o a mí, estoy seguro que cosas malas pasarían. –se explicó.
Jack entonces puso una expresión llena de preocupación para que el dragón lo notara rotundamente y negara lentamente con la cabeza y ojos cerrados. –Prometo que te recompensaré el tiempo que estés encerrado. –dijo viéndole a los ojos para que el albino tratara de sonreír pero aun preocupado. –Hagamos esto –empezó la bestia –, cuando ellos se vayan, yo te doy un tour por el rosal de atrás. ¿Qué dices?
Jack sonrió complacido, aunque no llegó a sus ojos por completo. –Y mientas estén, ¿tú que vas hacer? –preguntó preocupado.
-Los observaré. –contestó.
-¿Y si te ven?
-Nadie me ha visto. –contestó con un tono orgulloso para darse la vuelta y cerrar la puerta con fuerza para hacerla resonar en el lugar para señalar su soledad.
-Pero, ¿tengo que estar encerrado desde hoy? –preguntó con fuerza, pero Chase por supuesto ya se había ido. –Uh.
-Jack. –soltó Deimos. –Vamos.

XXXXXX

Jack se sentó en su cama con mala cara mientras Ping-Pong saltó para sentarse en su regazo. Al sentirlo, el albino lo acercó a su cuerpo para comenzar acariciarlo mientras el cachorro había comenzado a ronronear, entonces, Deimos apareció con una bandeja de plata y con comida bien servida.
-Tienes que comer, Jack. –dijo poniendo la bandeja en la mesa que tenía entre un par de sillones. Al no escuchar respuesta, se volteo a ver a Jack para verlo con una expresión melancólica. – ¿Qué tienes, niño? –preguntó acercándose a la cama.
-A Jack no le gusta estar encerrado. –contestó Ping-Pong para que Deimos volteara a verle.
-¿Y por qué es eso, Jack? –preguntó el mayor.
El albino volteo a verlo con la expresión triste y entonces suspiró. –Cuando estaba en el monasterio, nunca me dieron el permiso de salir. –explicó.
-¿Nunca? –preguntó el tigre.
-Nunca. –contestó negando con la cabeza.
-Anímate, Jack. –soltó Béatrice entrando a la habitación. –Te traeré lo que quieras, pídemelo.
-¿Un piano? –preguntó el albino volteando a verla.
La pantera desvió la mirada hacia Deimos por un segundo. –Lo que quieras, que sepas que pueda traértelo. –corrigió.
-¿Realmente me tengo que quedar desde ahora? –se quejó. –Chase dijo que llegarían mañana en la mañana. ¿Podría al menos seguir en la sala de música? –preguntó abrasando a Ping-Pong como si fuese muñeco.
-No respiro. –soltó el cachorro para que de manera automática fuera soltado.
-No, Jack. –contestó Deimos. –El Amo ordenó que aquí te quedaras.
-Uhg. –escupió para tirarse al colchón y abrazar una almohada. –Ping-Pong. –llamó.
-¿Mh?
-Juguemos algo. –dijo para que el cachorro volteara verle con una expresión burlona en la cara.
-Yo puedo jugar con ustedes. –contestó Deimos tirado frente a la cama mientras su cola se movía con burla.
-¿Así? –se levantó el joven sentándose. – ¿A qué?
-Podemos jugar…. –comenzó mientras se ponía de pie y caminaba hasta Jack para subirse a la enorme cama con ellos. –… a, ¡esto! –soltó para abalanzarse sobre el joven asustando a Ping-Pong. Rodaron por la cama mientras el albino lloraba a carcajadas debido a las lamidas que le daba.
-¡Deimos, no! –se carcajeó Jack mientras ponía sus manos sobre el hocico del animal para evitar las lamidas.
-Entonces come. –dijo para quitarse de encima del albino. –Necesitas energía para seguir jugando.
-¡Uhg! –escupió. –Suenas como Fung. –se quejó mientras se levantaba y caminaba hacia la mesa dónde su comida. –Solo que más hablador.
-¿Quién es Fung? –preguntó Ping-Pong indignado. Jack solo se rió.
-Velo de esta manera, Jack. –comenzó Deimos. –Lo más probable es que solo se queden un día. –consoló el tigre para volverse a tirar al pie de la cama.
Jack solo sonrió ante la afirmación.

XXXXXX

Chase estaba sentado en su sala del trono mientras observaba su Orbe, el cuál mostraba dos imágenes. Los hombres que venían para el palacio, y en la segunda imagen, Jack estaba en su habitación, disfrutando la comida que le mandó. Suspiró para que con movimiento de su mano, la imagen del albino desapareciera del Orbe y observara a los hombres en túnicas blancas. Eran viajeros, por supuesto, se les notaba en su manera de caminar por el bosque negro, y por el poco equipaje que llevaban, lo único extraño era que ambos iban de blanco, ningún viajero que haya visto antes, andaba de ese color. Pueda que sea para camuflarse en la nieve. –pensó.
Seguramente, serán como muchos otros que nada más vienen de paso, y solamente se quedan una noche.
-Seguramente estarán tan cansados que aceptarán todo gustosos. –soltó el dragón para cuando un jaguar entró a la sala.
-No nos queda más que esperar, Amo. –contestó con una reverencia.
-Qué así sea. –afirmó.

XXXXXX

A la mañana siguiente, las flores del rosal frontal estaban más relucientes que nunca, los árboles negros hacían resaltar la fría nieve y la reja de color carbón estaba abierta  a las visitas. Todo esto estaba en forma de bienvenida para cuando los extraños pisaron la nieve del territorio. Pero, por muy hermosa que fuera la primera impresión del lugar, hizo que ambos hombres se parar abruptamente al verlo.
-¿Estás viendo lo mismo que yo? –preguntó el más alto.
-Eso me temo. –contestó el otro observando el palacio de abajo arriba.
-Parece ser muy acogedor. –consoló mientras caminaba hacia la entrada de la reja.
-Por supuesto que lo es, es un palacio. –bufó siguiéndolo pasando la entrada de las rejas negras.  
Para el momento en el que atravesaron esa puerta, el calor los golpeó con la fuerza suficiente como para que se quitaran las capas que los sofocaban del calor. Se detuvieron a admirar el rosal, las hermosas flores estaban en excelentes condiciones, cosa que era difícil de creer y más por ver la espesa nieve de afuera.  
-¿Ya viste estos tulipanes? Pensé que no crecían por aquí… mucho menos en una montaña…. –dijo extrañado.
-Estamos en un rosal, claro que pueden crecer aquí. –le contestó sin verlo mientras admiraba las hortensias. –Vamos. –dijo al fin caminado hacia la enorme puerta de madera negra mientras el otro le empezó a seguir.
Cuando ambos llegaron a la entrada, después de las escaleras, las puertas oscuras se abrieron de golpe provocando que el más bajo saltara a los brazos del otro. –Eso sucedió, ¿verdad? –preguntó con los ojos como platos.
-Sí. –soltó el otro sonriente y asombrado mientras lo bajaba dulcemente. –Oye.
-¿Ajá?
-¿Alguna ves haz visto la firma del Máximo? –preguntó mientras lo volteaba a ver.
-Ah…. –desvió la mirada. –…No –admitió. –, pero tengo una teoría.
-¿Y cuál es?
-Según los escritos, la firma del Máximo es la representación de la pureza misma, y al verla, lo sabes. –se explicó. –Entonces, creo que al verla sabremos que es, por su pureza. –dijo volteando a ver a su compañero para recibir una afirmación bastante positiva.
-Entremos, entonces. –y así lo hicieron.

XXXXXX

Jack le despertó la luz del sol que entraba por su ventana, se estiró y fue al baño, listo para empezar al día, pero su día se estropeó cuando trató de abrir la puerta y encontrarla cerrada. El joven se había quedado observándola con el ceño fruncido para que de repente un toque a su espalda lo hiciera saltar del susto y golpearse contra la puerta.
-Lo siento. –se disculpó Ping-Pong. – ¿Estás bien? –preguntó preocupado.
-Tú y Chase tienen que dejar de asustarme así. –soltó en suspiro para el cachorro hiciera una cara llena de extrañes.
-Recuerda que hoy no puedes salir, hasta que el Amo diga. –le recordó.
-Ah. –soltó lleno de comprensión. –Lo había olvidado. –admitió. – ¿Y el desayuno? –preguntó.
-Justo aquí. –dijo Béatrice al aparecer en el cuarto para dejar una bandeja lista.
-¿Por…? ¿Por dónde entraste? –soltó Jack al notar que él estaba parado frente la puerta de habitación y no le quitaba la vista de encima de la pantera.
-Oh, por ahí, los sirvientes tienen sus caminos especiales. –se explicó para que de la nada apareciera Deimos justo antes de que el albino dijera nada.
-Béatrice. –soltó el tigre en mal tono. – ¿Tengo que explicártelo todo de nuevo?
-Perdón, perdón.
-¿Cómo? –soltó Jack volteando a ver a Ping-Pong.
-Suficiente, muchacho. –escupió Deimos empujándolo hacia la mesa dónde estaba su desayuno. –Es hora de comer, anda, anda.
-Espera. –se detuvo abruptamente para que el tigre pusiera mala cara. – ¿Significa que ellos ya están aquí? –preguntó interesado y volteando a ver al mayor.
El tigre asintió. –Pero tienes prohibido verlos.
Jack resopló. – ¿Por qué?
-El Amo lo ordenó. –contestó Béatrice para ver al joven sentarse con mala expresión. –Jack, sabes que lo hacemos para cuidarte. No sabemos qué clase de personas son, o si pueden hacerte daño. –explicó acercándose para poner su nariz al alcance de la mano del albino.
Jack en seguida la acarició con cariño mientras hacía una tierna sonrisa. –Está bien. Lo entiendo.
-Me alegra, porque no creo que se vayan pronto. –soltó Deimos mientras bostezaba con molestia.
-Puedes dormir en mi cama si quieres. –le dijo Jack mientras untaba mantequilla en su pan.
Deimos en seguida volteo a ver la cama. –Suena tentador.
-¿Qué quieres hacer después de desayunar? –preguntó el cachorro muy emocionado.
-¿Qué podemos hacer? –preguntó el albino de buen humor.
-Podemos leer, dibujar, jugar ajedrez, con la pelota –volteo a ver la pelota de estambre, mientras Jack aguantaba el no escupir el jugo de la risa. –, hacer una torre de libros, o…. –se quedó sin ideas. – ¿O más? –dijo entre risitas.
-Podemos hacer algo de eso. –dijo sonriente al ver que Deimos se lanzó a su cama.

XXXXXX

-Este lugar es impresionante. –comentó el viajero más bajo observando el hermosos techo de la entrada del palacio. Tenía una serie de tallado dorando que lo hacía reflejarse con el piso hermoso de mármol blanco que eso hacía resaltar las ventanas de delicado vidrio cubiertas de las cortinas del color de la sangre. –Yo lo esperaba viejo y abandonado.
-Bueno, viste la entrada, creo que esto es combinable a lo del enfrente. –el más alto se encogió de hombros apreciando la decoración. De repente se detuvo abruptamente abriendo los ojos como platos. – ¡Tal vez es por la influencia de la firma del Máximo! –soltó con una enorme sonrisa en su rostro. – ¡Pero, claro! ¡Es tan obvio! ¿Qué otra cosa podría ser?
-¡Tienes razón! –contestó con la misma emoción. – ¡Esto es aun más prueba de que está aquí, en este palacio!
-¿Pero, dónde? –dijo pensativo. Ambos se pusieron a pensar.
De repente el más bajo hizo una mueca. –Puede estar en cualquier lado…
-Exploremos el lugar, puede que encontremos alguna pista. –contestó el más alto mientras le daba unas palmadas en el hombro y le pasara de largo.
-Pero…. –el más bajo no fue tras el otro en seguida, sino que se quedó observando la decoración para voltear a ver una esquina que estaba completamente oscura. La observó entonces, algo no andaba bien con esa esquina. El hombre no le podía poner el dedo en qué, pero sabía que no era bueno. Se acercó lentamente mientras estaba viendo esa pequeña oscuridad, hasta que de repente empezó a escuchar un gruñido, el sonido le afectó de manera frenética, daba la sensación de peligro, el suficiente para helarse en su lugar. Cada fibra de su cuerpo se congeló ante el sonido, pudo sentir cómo su corazón palpitaba a un ritmo tan gélido que pensó que estaba a punto de detenerse si llegara acercarse tan solo un poco más. De repente escuchó una puerta abrirse para voltear a toda velocidad y encontrar a su compañero, abriendo la siguiente.  – ¡E-espera! –soltó para correr tras él. – ¡No me dejes solo!
Una vez que la puerta se cerró dejado la habitación vacía, de esa esquina salió Chase mostrando lo imposible que era caber ahí por su gran tamaño. El dragón no pudo evitar sonreír ante la reacción que el viajero había hecho con tan solo sentirlo ahí. Estaba complacido, con eso lo más probable es que durarían tan solo una noche, o mejor, una tarde en el palacio. –Esto será rápido. –bufó para meterse a la sombra de nuevo y desaparecer por completo.

XXXXXX

Deimos se encontraba en una posición muy cómoda, en una cama muy cómoda, lo único que le estaba fastidiando hasta el punto de querer rugir a todo pulmón, eran los lloriqueos de Ping-Pong del otro lado de la habitación. – ¡No es justo, Jack! ¡Estás haciendo trampa! –acusó mientras ponía sus patas sobre el tablero de ajedrez que estaba en la mesa, claramente Jack era quién estaba ganando la partida con haberse comido los dos caballos y la reina del cachorro.
-¿Cómo te atreves de acusarme de tal cosa? –preguntó el albino con culpa fingida y muy obvia. –Además. ¿Cómo se puede hacer trampa en el ajedrez? –preguntó con una sonrisa burlona.
-Volvamos a empezar, y esta vez sin trampas. –declaró el pequeño león viendo al ojo-rubí tragarse las carcajadas. –Te lo advierto, Jack.
-¡Mejor jueguen a otra cosa, por favor! –soltó Deimos rodando en el colchón. – ¡Y que sea uno en dónde no compitan! Se los suplico. –gruñó.
Ping-Pong, ante el comentario puso una muy mala cara, sintiéndose ofendido, pero claramente Jack se estaba divirtiendo un montón para que soltara una carcajada de una vez. –Por supuesto, ¿qué quieres jugar ahora? –se volvió al cachorro.
La cola de Ping-Pong se movió con júbilo mientras pensaba con gusto, definitivamente se le pasó el enojo, y Jack no pudo evitar sonreír ante ello. – ¡Ya sé! –soltó. –Pintemos algo, Jack.
-¿Pintar? –soltó el albino sonriente. – ¿Te gusta pintar, Ping-Pong?
-Me encanta.
-Hagan eso, es silencioso. –contestó Deimos desde la cama.
Ambos jóvenes se echaron a reír.
-Vamos por pintura, entonces. –soltó Jack poniéndose de pie.
-No, Jack. –dijo el tigre en la cama. –No puedes salir. –soltó lo último poniéndose de pie. –Iré por Béatrice y te traeremos la pintura, Ping-Pong, tú saca alguna sabana vieja para ponerla en el piso. –ordenó para salir de la habitación dejando a un joven con mala cara.
Cuando las puertas se cerraron detrás de él, Deimos pudo escuchar los pasos humanos que andaban por ahí. Sabía que no eran de Jack, eran más y a parte se escuchaban cansados y fuertes, de adultos, viajeros. No pudo evitar mostrar sus dientes con mala actitud con tan solo pensar que había intrusos en el palacio, puesto su primordial instinto era ir a cazarlos y correrlos de ahí, pero tenía órdenes qué seguir y él jamás desobedecía. Volteo a ambos lados del pasillo como si fuera a cruzar una calle para entonces irse hasta el fondo, y ahí encontrarse con una puerta que se confundía con el tapiz. Con su enorme pata, logró abrirla sin problema alguno para revelar unas escaleras, de arriba abajo se podía ir, pero eso le importaba muy poco, y cuando entró, se encontró con otras bestias moviéndose y trabajado.
-¿Sigues de niñera? –escuchó detrás de él.
-Es mejor que andar limpiando las huellas de tan sucias botas ajenas…. –soltó para recibir un gruñido cómo respuesta.
-¡Deimos! –saludó Béatrice que llevaba una bandeja con galletas y té. –Estaba por ir con ustedes. ¿Qué ocurre?
Quitándole la bandeja le contestó. –Quería pedirte que si me acompañabas por pintura, porque los niños quieren pintar. –explicó para que la pantera asintiera gustosa. –Eso haré, pero avísale al Amo cómo está Jack. –le recordó.
-Lo haré, vete por la pintura. –dijo mostrando los dientes y dándose la vuelta, para el momento en el que salió de las escaleras escondidas, y se encontró en el pasillo oscuro, listo para irse a dónde Jack y Ping-Pong.
Tengo entendido que tienes noticias para mí. –escuchó para que se parara abruptamente evitando que se le cayera la bandeja.
-Amo. Le suplico, que no me asuste así. –soltó suspirando de alivio al ver que ninguna galleta o gota de té había caído.
Lo pensaré. –rió, se escuchaba distante, daba la impresión que se encontraba más lejos de lo usual. – ¿Cuáles son las nuevas?
-Nada interesante, Jack ha estado jugando con Maurice toda la mañana, y ahora quieren pintar. –le contó.
¿Pintar? –soltó extrañado.
-Maurice. –explicó.
Ah. Ya decía yo…. –suspiró. – ¿Jack a mostrado ganas de salir?
-Toda la mañana, trató de ir él mismo por su desayuno, el tablero de ajedrez, libros y por la pintura. –se rió el tigre. –Pero, no me engaña. –dijo orgulloso.
… De seguro ha de estar odiándome ahora. –declaró en mal tono.
-Por supuesto que no. –aseguró Deimos. –Tal vez le extraña, no le ha visto en todo el día.
¿Extrañarme? Sí, claro. –bufó. –Solo está aburrido.
Deimos solo se rió y decidió que era mejor cambiar el tema. – ¿Cómo le va con los intrusos?
Son un chiste. –declaró. –Pero no puedo dejarles solos… parece que están buscando algo, el problema es que no me puedo acercar para escuchar qué, porque ellos parecen sentir el peligro cerca. –soltó molesto.
-Mh, ¿alguno le notó?  
Eso me temo, pero se asustó tanto que no se acercó a verificar qué era o qué había ahí. –contestó divertido.
-Típico. –escupió Deimos mientras Chase soltaba una risotada. –Bueno, le entregaré a Jack las galletas que le mandó llevar y su té. –Chase no contestó entonces.
Anda.

XXXXXX

-Hay algo muy oscuro en este lugar…. –soltó el viajero más bajo mientras seguía de cerca de su compañero.
-¿De qué hablas? –preguntó el alto volteándole a ver.
-Es que… creo que nos observan. –explicó volteando a ver el techo, detrás y las esquinas. Sabía que las esquinas eran lo peor.
En seguida, su compañero le siguió la mirada al techo y a las esquinas y por supuesto no encontró nada fuera de lo normal. –No veo nada. –soltó con una mueca mostrando su preocupación.
-Es que, de veras siento que algo nos está observando. –confesó temeroso acercándose al alto.
-Está bien. –soltó. –Hagamos esto, busquemos en todo el palacio, abramos cada habitación hasta encontrar algo, sino, nos vamos y regresamos con ayuda, ¿te parece?
-¡Sí! Pero, rápido, por favor. –escupió.  
Y dicho y hecho, puesto ambos hombres se pusieron a abrir y cerrar las puertas del primer piso hasta el cansancio. Chase solo podía sentarse a observar a sabiendas que no encontrarían nada, acabaron pronto con las del primer piso en las que se encontraban las habitaciones de oficio y para sirvientes. Entonces, llegaron a las escaleras en dónde estaba la puerta al segundo piso. El dragón carraspeo mientras los  observó abrir el segundo piso a la fuerza, pero no le quedaba de otra más que verlos entrar al piso. Menos mal, la entrada al tercer piso, dónde estaba Jack, estaba completamente bloqueada, con excepción de las escaleras de los sirvientes.

XXXXXX

-Estas galletas son deliciosas. –soltó Jack mientras las comía con gusto.
-Son las favoritas del Amo. –mencionó Ping-Pong para recibir un muy mal gesto de Deimos.
-Pues, no lo culpo, están exquisitas. –declaró Jack acabándoselas y ver al cachorro hacer un mal gesto ante eso.
-Hola, hola. –saludó Béatrice entrando a la habitación con un bolso colgando. – ¿Qué creen que traje? –preguntó sentándose en la sabana que estaba cubriendo el hermoso piso de mármol.
-¿La pintura? –preguntó Ping-Pong antes de que Jack escupiera cualquier otra palabra.
-¡Así es! –soltó la pantera con emoción mientras el cachorro corría hasta ella y Jack caminaba campante. – ¿Qué planean pintar, de todas formas? –preguntó.
Jack se encogió de hombros mostrando que honestamente no tenía idea mientras que Ping-Pong no dejaba de saltar. – ¡Voy a pintarte a ti, a Deimos, al Amo, y, y, y a Jack! –dijo sonriente al ver que Béatrice colocaba la pintura lista y papeles, grandes, en blanco.
-Pues, me muero por verlo. –contestó contenta para volverse a ver al tigre tirado en la cama de Jack. – ¡Deimos! –soltó poniéndose de pie. – ¿Qué haces en la cama de Jack? –preguntó acercándose a él mientras el albino y el cachorro se sentaban en la sabana.
-Aléjate, mujer, Jack me dio permiso de descansar aquí. –se quejó haciéndole señas con su enorme garra.
-¡Deimos! –soltó indignada.
-Déjale –dijo Jack desde el fondo de la habitación. –, mejor que esté ahí. –soltó al fin abriendo un frasco con pintura verde.
Béatrice se volteo a ver al joven, para encontrárselo bastante tranquilo, como si realmente no le importara. Eso sí la tranquilizó un poco, pero no le encontraba razón. Se sentó al pie de la cama para observar a los dos pintar mientras Deimos seguía dando vueltas en el colchón para estar cerca de ella. –Esto es tan raro. –suspiró la pantera en voz baja para que solo el tigre le escuchara.
-Estoy de acuerdo, aun no comprendo el cómo es que el Amo haya decidido quedarse con un humano. –gruñó Deimos mientras ponía una almohada sobre su cabeza.
-¿Tan aburrido está? –preguntó volteando a verle.
-Tal vez. –soltó. –... o tal vez, Jack es un nuevo ingrediente. –dedujo haciendo que Béatrice pusiera una cara llena de horror.
-¿Cómo puedes decir tal cosa? –gruñó con angustia. –El Amo no-
-Dije “tal vez”, mujer. –le gruñó de regreso interrumpiéndola. –Estamos platicando, relájate, y aunque así fuera, sabes perfectamente que el Amo sí puede hacerlo.
Béatrice bajó la cabeza. –No me gustaría que eso fuera. –admitió.
Deimos solo la observó un momento para que despacio acercara su nariz a la de ella para confortarla. –Estoy inventando cosas, no me tomes en serio. –dijo tranquilo. –Sé tan poco cómo tú y no me queda nada más que hacer conjeturas. –la pantera asintió acercándose a él.
Cuando Béatrice había ocultado su rostro en el tigre, este en seguida se volteo a los otros dos para verlos pintar tranquilamente, Ping-Pong estaba dejando un camino de huellas mientras Jack se había enfocado a pintar con el rostro tranquilo. –Yo creo que todo saldrá bien.
-¿Qué estás pintando, Jack? –preguntó el cachorro mientras dejaba huellas rojas.
Jack al voltear a verle, movió de lugar su bote de pintura verde para que lo tumbara y entonces sonrió. –Estoy dibujando a Chase. –dijo.
-¡Oh! ¡A ver! –dijo Ping-Pong. Al ver la hoja de Jack, esta mostró la figura del dragón dejando espacio para el resto de colores que seguramente le pondría después. – ¡Me encanta! –dijo con fuerza el pequeño para que Jack hiciera una gran sonrisa. – ¡Tienen que verlo! –aseguró para frotar sus patas con la sabana y salir del cuadro para ir a dónde los felinos grandes. Jack entonces se volteo a su dibujo y agarró otro bote, pero de pintura negra para abrirlo y ponerlo dónde estaba el verde hace un momento.
-¡Deimos! ¡Béatrice! –llamó el cachorro para que los mayores se voltearan a verlo. – ¡Jack está dibujando al Amo, y tienen que verlo! ¡Dibuja muy bien!
-Oh, ¿de veras? –dijo el tigre con pereza y poniéndose de pie sobre la cama.
-Vamos a verlo. –le dice la pantera volteándose a verlo.
-Vamos, vamos.
-¡Rápido! –les dijo con fuerza para regresarse a dónde Jack a enormes saltos, pero en el momento en el que puso sus patas delanteras sobre la sabana del piso, se la llevó hasta la pared, tirando el bote de pintura negra sobre Jack y su dibujo.
-¡Ah! –soltó el albino cuando pintura negra se salpicó sobre su papel, brazos y cara.
-¡Jack! –soltaron todos a coro.
Ping-Pong se incorporó lo más rápido que pudo para acercarse lentamente. –Jack…. –soltó temeroso. –Lo siento tanto….
Jack, con el ceño fruncido, se volvió al cachorro para ver su rostro arrepentido y entonces tomar aire fuertemente. –Está bien, fue un accidente. –aseguró.
-¡Jack! –soltó Béatrice preocupada. – ¿Estás bien?
-Sí…. –contestó poniéndose de pie lentamente para ver a Deimos y a Béatrice.
Sus brazos estaban negros, su camiseta estaba salpicada, y su rostro también, mientras pequeños mechones de cabello se habían pintado de negro. Deimos al verlo bien, no pudo evitar abrir bien los ojos ante la imagen y de repente fruncir el ceño realmente molesto. – ¡Maurice! –llamó con fuerza para que el mencionado saltara en su lugar con los pelos de punta.
De manera automática, el cachorro bajó la cabeza. –Perdón.
-A mí no me debes pedir perdón. –contestó con fuerza.
-Está bien. –interrumpió el joven parándose frente al tigre. –No es nada que no se pueda quitar. –dijo tranquilo.
-En realidad. –soltó Béatrice llamando la atención de los tres. –De tu cabello y piel, sí, de tu ropa, no. –explicó.
Deimos entonces gimió con fuerza e ira ara entonces, lo volteara ver a él. – ¡La ropa es nueva! –soltó con fuerza para entonces suspirar. –Béatrice, por favor, prepárale a Jack el baño, tibio. –le ordenó para que ella se fuera al baño en seguida. –Maurice. –se volteo a verle para que el otro se mantuviera con la cara baja. –Tú, ve por toallas limpias para Jack. –ordenó para que el cachorro saliera corriendo.
-¿Y yo? –preguntó el albino viéndole.
-Espera a Béatrice, yo me llevaré este desorden. –dijo para poner todo en la sabana y llevársela como si fuese un saco lleno de basura. –Y te prepararé ropa limpia.
-Muy bien…. –soltó Jack para quedarse solo y lleno de pintura.
El joven se quedó parado esperando hasta que escuchó la voz de Béatrice. – ¡Oh, no! –Jack en seguida fue a ver qué sucedía.
-¿Qué pasa, Béatrice? –preguntó al entrar al baño y encontrar la pantera en el suelo viendo los tubos debajo de la bañera.
-Malas noticias…. –soltó enderezándose. –Lo tubos están congelados, y el agua no corre.
-¿Congelados? –soltó lleno de sorpresa. –Pero, aquí adentro hace demasiado calor…. ¿Cómo es que se han congelado?
Béatrice lo pensó un momento para poder contestarle. –En realidad, sí es común cuando tenemos intrusos, el Amo enfoca su magia en vigilarlos y deja ciertas cosas a merced del frío…. –explicó.
¿La magia de Chase? –Jack no contestó, sonaba bastante razonable cómo para que le pareciera mentira. – ¿Y ahora? –soltó.
-Pues… sino te limpias pronto el cabello, tendremos que cortarlo. –dijo Béatrice volteando a verlo para que este en seguida pusiera una cara llena de horror. –O, podemos ir a otro baño a que ahí te bañes.
-¿Otro baño? –soltó haciendo una pequeña sonrisa.
-Sí… creo que en piso de abajo hay una y caliente, vamos. –salió del baño teniendo al joven detrás de ella.
-Pero, Béatrice. –soltó Jack. –No debo salir.
La pantera volteo a verle entonces, y luego de nuevo a la puerta y suspiro. –Pues, solo por ahora, porque esta vez es urgente. Y, usaremos un atajo.
-¿Un atajo? –soltó Jack.
-Sí, sígueme. –dijo Béatrice saliendo de la habitación, Jack sin siquiera pensarlo le siguió.
El pasillo estaba oscuro aunque estaba siendo alumbrado por pequeñas lámparas, las cuales claramente no eran suficientes, la pantera se asomó por ambos lados y incitó a Jack que le seguirla hasta el fondo a una puerta que se confundía con el tapiz. Abrió la puerta para revelar las escaleras. – ¿Qué es esto? –preguntó el joven asombrado.
-Estás escaleras son de uso exclusivo a sirvientes, o de emergencia, están solo de este lado, ahora sígueme. –explicó para que empezara a bajarlas con Jack detrás de ella. Cuando llegaron a la entrada secreta del segundo piso, se detuvieron para abrirla. –Tienes que hacer absoluto silencio, Jack. ¿Está bien?
El albino asintió determinado.
-Perfecto, vamos. –abrió la puerta para revelar un pasillo aun más oscuro que el otro. –Sígueme. –susurró. Jack obedeció y le siguió para dar la vuelta a la derecha y seguir derecho en otro pasillo y revelar más puertas, pero estás fueron ignoradas para dar de nuevo la vuelta en otro lugar, siguieron caminado así por tan solo unos minutos más hasta que la pantera se detuvo por completo. –Es aquí. –abrió la puerta. Ambos se metieron para que de repente se encendiera una luz revelando le hermoso baño de mármol rosa, aunque Jack tenía que admitir que el de su habitación era más grande y más bonito. Béatrice en seguida se asomó a ver los tubos para tener el alivio de que estaban bien, menos mal. –Déjame preparártelo, tú vete desvistiendo. –aconsejó para que el albino asintiera y empezara quitándose los zapatos. La llave se abrió y el agua comenzó a correr. No tomó mucho tiempo para que cambiara de temperatura y comenzara a salir vapor mientras la pantera agregaba sustancias al agua y se llenara de burbujas. –Listo, báñate, mientras iré por Deimos para que te traigamos tus cosas.
-Gracias, Béatrice. –soltó Jack mientras se metía.
-¿Qué tal está?
-Maravillosa. –suspiró el joven mientras se hundía en el agua hasta su nariz y los mechones negros se tornaban blancos, y las manchas de sus brazos se hacían grises.
-Bien, úntate esto en el cabello para que se limpie –le dio un bote azul. –, y este en el cuerpo. –un bote rojo.
-Muy bien. –asintió Jack tomándolos.  
-Regresaré en seguida, hay toallas en esa silla. –dijo para ver a Jack asentir y así poder irse y cerrar la puerta despacio para no hacer ruido.
Jack suspiró, relajado, y comenzó a lavarse. –Será mejor que me apresure.

XXXXXX

-¿Escuchaste eso? –soltó el viajero más alto, en seguida el otro volteo a verlo.
-¿Qué cosa? –preguntó.
-Juraría que escuché algo. –aseguró.
-¿Así? –soltó el otro para comenzar a examinar a su alrededor. Se encontraban en la sala de música, la favorita de Jack, y aunque así fuera, Chase se había hecho cargo de que pareciera que nadie la había tocado, todo estaba en su lugar. –Este lugar se ve muy acogedor. –hizo notar.
-Sí…. –admitió acercándose al piano para tomar las partituras que estaba puestas. –“El Sueño de Cristofori”, no había visto este desde hace al menos unos diez años. –soltó sorprendido. –Están en excelentes condiciones.
-¿De veras? –se le acercó para verlas. –Ah. Y está completa. ¿Podemos llevárnosla?
No contestó en seguida. –No deberíamos…. –soltó.
-¿Dónde más la encontraremos completa y estas condiciones? –el bajo refutó con fuerza. –Es nuestra oportunidad.
-Está bien. –soltó dándosela. –Cuídala. –se lo pidió mientras se la guardaba. –Sigamos. –alentó saliendo de la habitación para terminar en el pasillo oscuro.
-A este paso nos tardaremos aun más…. –soltó molesto el más bajo.
-En ese caso…. –soltó el más alto. –Tú ve por allá, y yo por acá.
-¿S-seguro? –tomó aire viéndole nervioso el más bajo.
-Así acabaremos rápido. –aseguró para que en seguida bajara la cabeza y en eso asintiera.
-Muy bien. Cualquier cosa, por favor llámame.  
El más alto rió. –Más bien, tú a mí, me iré de este lado. –avisó para darse la vuelta e irse.
Chase se quedó en la oscuridad observando todo para llevarse la sorpresa de que ambos se fueron para caminos diferentes. El dragón se quedó quieto tan solo un minuto para entonces voltear a la derecha y luego a la izquierda, indeciso de a quién seguir. Se fue tras el más alto.
No le quitó la vista de encima, puesto le veía abrir y cerrar puertas, algunas las forzaba para que se abrieran, y Chase no pudo evitar poner una muy mala cara.
No llegarán al tercer piso, ni siquiera podrán entrar. –se aseguró para tranquilizarse a sí mismo.
El viajero seguía abriendo y cerrando puertas, y Chase había notado que se quedaba más tiempo en las habitaciones que tenían figuras de mármol blanco, alguna otra figura de color blanco. Eso, le había llamado la atención al dragón.
¿Estarán buscando alguna escultura? –no tenía idea, su comportamiento en sí, era meramente fácil de deducir, pero el qué era lo que Chase no podía averiguar. – ¿Alguna joya? ¿Algún artefacto antiguo? ¿Qué? –el dragón estaba completamente confundido, si tan solo pudiera acercarse sin hacerse ver….

XXXXXX

El viajero más bajo caminaba por el pasillo oscuro, temeroso y nervioso, pero por alguna razón se sentía mejor que antes, como si la sensación de ser observado le abandonara por completo, sea lo que sea que fue, ya se fue, pero el estar solo en la oscuridad no le ayudaba en nada. Tenía miedo de que le sorprendieran de la nada, o peor, que le atacaran. El hombre suspiró para dar la vuelta a un nuevo pasillo y recibir una brisa caliente. – ¿Huh? –soltó ante el aire caliente, era comprensible que no hiciera frío, pero no que hiciera calor. Caminó lentamente por el pasillo mientras se acercaba a la pared. A medida que avanzaba, puedo distinguir una luz muy tenue, pero lo suficientemente brillante, para que abriera paso entre la oscuridad. La luz salía debajo de una puerta, una habitación estaba encendida
Se acercó lentamente para tomar la perilla de vidrio para moverla suavemente; estaba abierta. Tragó duro. Empujó la puerta suavemente para sentir como el vapor a perfumado le golpeaba la cara fuertemente. Cerró los ojos de puro instinto para no dañárselos, sabía que la puerta le tapaba, pero pudo escuchar agua salpicar y pasos en el mármol, tomó aire y abrió la puerta de golpe. – ¡Ey!
Jack se congeló en su lugar mientras pegaba una toalla azul claro a su cuerpo para cubrirse, claro que no le cubría por completo.
Blanco, y puro, como debe de ser la firma. Ese joven era completamente blanco, su piel era tan clara que se le podían ver las venas azules, su cabello era completamente blanco, hasta el punto de reflejar la luz y aparentar su propio brillo, los ojos, rojos y brillantes, nada más era igual. A simple vista, se podía afirmar que ese cuerpo estaba completamente limpio, y lo que lo gritaba era el rostro sonrojado y lleno de miedo. El viajero no dudó más, sabía que él era exactamente lo que estaba buscando, y se lo llevaría cómo bien dictaba su misión. –No te muevas. –ordenó para que el joven se tensara por completo mientras hacía una muy mala cara. –No voy a lastimarte. –dijo despacio para ver como el albino miraba rápidamente a sus lados. –No te muevas. –repitió mientras se acercaba.
No deben verte. –resonó la voz de Chase en la cabeza de Jack, la memoria no dejaba de hacer eco, no sabía qué hacer, de repente empezó a hiperventilar, sus manos comenzaron a temblar.
-Tranquilo. –soltó el extraño acercándose aun más, el joven se alejó de manera automática. –Dije que no te muevas. –gruñó. Jack no contestó, no podía hacerlo, no tenía las fuerzas para hacerlo. En toda la habitación solo se escuchaba su respiración a gran velocidad mientras sostenía la toalla  en frente de cuerpo. –Quédate ahí…. –soltó poniéndose en posición, Jack podía decir que saltaría hacía él.
Lo hizo, pero al mismo tiempo, el albino se había hecho para un lado haciendo que el extraño se estrellara contra la pared y así el joven huyera hacia la puerta, pero al momento en el que el hombre cayó al suelo, tomó el tobillo blanco para hacer que cayera y se golpeara la frente contra el lavabo de mármol y cayera al suelo.
Ambos en el suelo, se mantuvo el silencio. El extraño se incorporó para que parpadeara un par de veces y comprendiera qué había sucedido. –Oh, no…. –soltó incorporándose. El joven en seguida comenzó a levantarse para que se detuviera abruptamente y del pánico, el extraño también, se llevó la mano a la frente, para darse cuenta arriba de su ceja izquierda había empezado a sangrar y se derramaba sobre su rostro. – ¡No te muevas, voy a-
El joven en seguida se alejó del extraño con un rostro lleno de horror. – ¡N-no! –soltó de manera quebrada y sin fuerza para sorpresa del hombre, se arrastró por el suelo sin darle la espalda mientras temblaba como nunca.
-¡Niño, espera-!
-¡No! –gritó con la voz quebrada al salir del umbral de la puerta y aun en el suelo. – ¡Chase…! –soltó sin voz y con lágrimas en los ojos. Comenzó a hiperventilar de nuevo.
-¡Deja de moverte, vas a lastimarte de nuevo!
Tomó aire. – ¡CHASE! –gritó a todo pulmón para que la luz del baño se apagara de repente. El joven no dejaba de jadear en busca de aire, todo el lugar se enfrió y el extraño se congeló en su lugar y sintió como el aire helado cubría el pasillo.
De la nada, la oscuridad se partió y el pasillo se iluminó, y entonces, una sombra negra, y muy agrande apareciera del fondo del pasillo, y a un parpadeo, ya había aparecido entre el extraño y el albino, con lentitud, tomó al joven del suelo y lo arropó para cubrirlo por completo y una garra lo acercaba, mientras se paraba frente a la puerta del baño.
Todo se quedó en silencio con excepción del jadeó del joven.
El extraño estaba congelado en el umbral de la puerta ante un par de ojos dorados le veían fijamente.
-¿Cómo te atreves? –susurró una voz rasposa y feroz.
-Y-yo –no pudo seguir. Puesto sin avisar, la alfombra del piso se levanto para cubrirlo y arrastrarlo por el suelo lejos de ellos. Las vueltas eran bruscas y chocó con un par de esquinas pero el viaje empeoró cuando sintió que lo bajaban por unas escaleras y siguiera siendo arrastrado hasta que se detuvo.
Jadeando del susto, se levanto y entonces empezó a escuchar un gritó desde el pasillo que estaba enfrente de él. Se congeló. Desde la oscuridad apareció un bulto de alfombras que se enredaban mientras se acercaba y revelaran a su compañero para tirarlo a sus pies.
-¡¿QUÉ FUE ESO?! –gritó el recién llegado mientras se incorporaba con ayuda del otro.
Para cuando se dieron cuenta, estaban el recibidor, justo en la puerta principal, que estaba abierta de par en par, y ruidos se escuchaban de afuera, ambos extraños se helaron y voltearon a ver la puerta. De la tierra de afuera comenzaron a salir raíces negras, llenas de espinas, se lanzaron a los dos hombres y los atraparon cómo cuerdas mientras soltaban gritos de horror. Y, en movimiento de látigo, los lanzaran fuera de la reja negra, que se cerró de golpe para que un candado plateado apareciera en la reja cerrando el paso.
-Vuelvan a poner un pie en mis tierras y se mueren. –aseguró la feroz voz que resonaba entre los tubos negros de la reja.  
Los viajeros se levantaron y salieron corriendo fuera del lugar.

XXXXXX

Los pasillos se iluminaron y todo regresó a la normalidad, los sirvientes salieron de sus lugares y el lugar se limpió, pero eso no le importaba al dragón que estaba encerrado en su habitación con el joven albino pegado a su pecho que lloraba sin consuelo.
-Ya pasó…. –susurró la bestia mientras le acariciaba el cabello blanco con sus nudillos por miedo a lastimarlo.
-¡Tenía tanto miedo…! –sollozó mientras aferraba sus manos a la tunica del dragón.
-No dejaré que te lastimen. –aseguró. Con cuidado llevó su mano a su mejilla, para que con sus nudillos lo acariciara. –Déjame verte. –pidió.
Jack volteo a verle con lágrimas en los ojos, pero lo primero que Chase vio fue la línea gruesa de sangre que salía de arriba de su ceja izquierda. El dragón gruñó. –Debí matarlos por lastimarte.
-Perdón, me vieron…. –susurró mientras las lágrimas corrían y su voz se quebraba. –Es mi culpa.
-No, Jack…. –soltó. –Es mi culpa, por dejarlos entrar desde el principio.
Jack solo se puso a llorar, sin saber qué hacer, la bestia solo le abrazó hasta que se tranquilizara y le susurraba que jamás volvería a permitir que le hicieran daño.
Jamás.


Última edición por Manny Heatlook el Mar Jul 08, 2014 11:16 pm, editado 1 vez
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Suriee
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MensajeTema: Re: El Chico y la Bestia: Capítulo 4   El Chico y la Bestia: Capítulo 4 Icon_minitimeMar Jul 08, 2014 11:02 pm

Manny sabes que te amo y te odio al mismo tiempo porque nos dejas sin nuevo capítulo ;A; *why?*
Así que solo te dejaré mis ánimos para que tu inspiración y musas te dejen escribir un poco más
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REMI SAN

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MensajeTema: Re: El Chico y la Bestia: Capítulo 4   El Chico y la Bestia: Capítulo 4 Icon_minitimeVie Jul 11, 2014 7:13 am

Tambien te odio manny.
Te vas y ni te preocupas de nuestra adiccion a tus fics T-T
PERO ESTUVO EXCELENTE .
con cariño REMI
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MensajeTema: Re: El Chico y la Bestia: Capítulo 4   El Chico y la Bestia: Capítulo 4 Icon_minitime

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