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 El Chico y La Bestia: Capítulo 2

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Manny Heatlook

Manny Heatlook


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MensajeTema: El Chico y La Bestia: Capítulo 2   El Chico y La Bestia: Capítulo 2 Icon_minitimeMar Mar 11, 2014 9:42 pm

Aquí les tengo el capítulo dos, puesto recientemente se estrenó el siete en FFn. ÓuÒ
Disfruten.
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Desde la Oscuridad

Jack se encontró a sí mismo en la oscuridad, estaba seguro de que aun era medio día, pero en todos lados del palacio se era difícil conectar al sol. De tan acostumbrado estaba a las sombras, no tardó en encontrar un par de enormes cortinas, tomó una para tratarla de mover, pero de tan grande que estaba, no fue capas de moverla así como así. Suspiró. Volvió a pararse bien, y volvió a tomar la tela, pero ahora con ambas manos. Con toda su fuerza, la cual no es mucha, volvió a jalar para que entonces se abriera, tan solo un poco. A tal esfuerzo, la luz entró como cuchilla a un pastel, la oscuridad se partió y medio lugar se iluminó.

Las paredes se pintaron de blanco, y aparecieron los cuadros. El suelo se convirtió en alfombra roja y el dorado enmarcaba los adornos. Era precioso. Jack suspiro al verlo, pero tomó aire para abrir completamente la cortina del otro lado. Al abrirse, la oscuridad sobrante se tornó gris y el resto de cortinas apareció.

-No hay de otra. –soltó el albino remangándose las mangas.

Las cortinas del lugar se abrieron por primera vez en décadas. El lugar se pintó de luz, y todas las cortinas fueron al suelo. De repente, las ventanas comenzaron abrirse de golpe dejando salir el olor a humedad y a encerrado y entrando aire nuevo y fresco.

-¿Qué estás haciendo? –Jack escuchó detrás para darse un susto, volteo para ver a Chase en la entrada de la enorme sala, el único lugar que estaba oscuro.

-Ah, hola, Chase. –saludó nervioso al toparse un par de ojos dorados en la oscuridad.

-No me hagas repetir la pregunta. –amenazó, Jack sintió como la sangre se le iba los pies.

Tenso, volteo a lo que estaba haciendo para volverse al dueño del lugar. –Quería un poco de luz. ¿Te molesta?

Chase no contestó, este solo observó al albino con expresión tranquila para entonces suspirar. –No. Has lo que quieras. –declaró para darse la vuelta y desaparecer en la oscuridad. El albino en seguida suspiró ante esto, la verdad es que la presencia de Chase le ponía muy tenso, todavía no sabía para qué la bestia le había pedido que se quedara, para pagar la falta, claro, pero no le había encargado nada, y era aun más confuso el que le haya dado el permiso de hacer lo que quiera. Qué extraño. Chase era extraño, pero una cosa que Jack daba por hecho, era que la bestia pronto se aburriría y se lo comería. Era meramente por ello, que Jack había decidido dejarlo pasar.

Moriría de todos modos.

Suspiró, y al pararse frente a una de las ventanas abiertas, recibiendo el sol. Jack alzó los brazos para bañarse con la luz. Se sentía bien. Era tibio y relajante. No comprendía el cómo había podido vivir sin la luz del sol. Siempre en la oscuridad del templo, viendo a sus compañeros jugar en el jardín, fue en uno de esos momentos en el que se había dado cuenta que no podía salir. Sus compañeros habían olvidado ese suceso por completo, pero por alguna razón, lo recordaba todo. Fung le decía que por tan listo que era, podía hacerlo.

Si bien lo recordaba, todo había sido cuando hacía lo de siempre, observar desde la oscuridad. A tan solo tres años de edad, Rai se le acercó al albino que dibujaba en el suelo del pórtico.

"¿Juegas a las atrapadas, Jack?" preguntó el niño con ánimo.

"¿Sí?" Jack estaba incrédulo.

Raimundo había dicho que sí, y ante eso, el albino no dudó en saltar del pórtico hasta el otro niño, pero en el momento en el que sus pies pisaron la tierra. Su cabeza había comenzado a doler, el calor había aumentado y no paraba de sudar y de repente estaba mareado. Sus compañeros asustados, llamaron a Fung al ver que Jack había caído inconciente y había empezado a oler a quemado, su piel se había enrojecido y no dejaba de jadear del dolor. El monje llegó en segundos. No tardó en ayudar a Jack, quién se quedó varios días en cama por quemaduras de segundo grado. Ante lo que había sucedido, el monje les había dicho que Jack nunca debía de salir al sol, que no era bueno para él. Esa noche, Jack lloró sin parar.

Abrió los ojos.

Parado bajo la luz, pudo sentir como una lágrima se deslizaba por su mejilla. Lo que no había podido hacer en trece años, lo estaba haciendo ahora con tanta libertad. Es una pena que no podría explorar el mundo, moriría, no sabía cuando, pero sentía que sería pronto… pero estaba bien. Había podido ver parte del invierno.

Observó el paisaje que tenía por esa ventana, el resto del monte estaba cubierto en nieve, podía ver todo el pueblo que estaba debajo del monasterio, y otros más lejos de él, la ciudad estaba aun más lejos, pero lo que más impactaba a Jack, era la pequeña primavera que estaba en el jardín del palacio oscuro. –Wow. –suspiró.

Agarrando las fuerzas que había perdido, tomó las grandes cortinas y las dobló, estaba seguro que se las arreglaría para colgarlas de nuevo. Salió de esa enorme habitación y se aventuró al resto del palacio.

Ya que Chase le había dado el permiso de hacer lo que quiera, Jack se propuso a abrir cada puerta y ventana que se encontraba, jalaba fuertemente las cortinas para que cayeran al suelo dejando entrar una fuerte luz. De repente el palacio comenzó a iluminarse poco a poco, hasta el punto que en cualquier esquina se pudiera sentir una brisa entrar por alguna ventana, el olor a encerrado comenzó a desvanecerse y ya se podía respirar sin problema alguno en el lugar. Lo que el albino no sabía, es que desde las sombras, Chase le observaba detenidamente, sus ojos afilados no se apartaban del joven, leía cada movimiento y acción que hacía. Estaba sorprendido, en realidad. La cara de Jack estaba tan iluminada al abrir una ventana, que no le vio mal el dejar que lo hiciera, simplemente no dejaba de sonreír. De repente, una de las enormes cortinas se había enredado en los tobillos del albino, para que en menos de un segundo, golpeara su rostro con el suelo.

Chase se tensó. Ese había sido un golpe muy duro, tan solo dio un paso fuera de la sombra para que de repente el joven se incorporara mientras se frotaba la nariz. –Ouch. –soltó. –Ni modo. –se levantó, se sacudió el polvo y volvió a tomar la cortina para llevarla con las otras. Chase en cambio, se volvió a sorprender. La nariz del joven estaba morada del golpe.

Qué delicado es. –pensó entonces. Ante el pensamiento, el dragón se dio la vuelta y se perdió en la sombra al darse cuenta que había algo qué hacer.

XXXXXX

El monje Fung estaba deprimido, pero por ser su responsabilidad, el viejo no podía darse el lujo de ponerse a suspirar de tristeza en plena meditación, sino qué, por el bien de sus estudiantes, debía de mostrarse fuerte y respetuoso a las decisiones de alguno de los jóvenes. Pero, para ser franco. La culpa le estaba matando. Sabía que debía de haber detenido a Jack de ir a la bestia, pero una parte de él, le exigía qué Jack debía salir de ahí, lo tomó como una oportunidad en un millón. La peor oportunidad que pudo encontrar. De hecho, la encontraba como la oportunidad del diablo.

-¡Maestro Fung! –llamó Omi de repente abriendo la puerta corrediza.

-¿Sí? –soltó levantándose de su lugar de meditación lentamente.

-¡Llegó correo! –anunció el niño entrando a la habitación.

-¿Correo? –soltó con una sonrisa. ¿Qué sería ahora? Fung tenía que admitir que muy pocas veces recibían correo en el monasterio. Solo lo hacía cuando se eran noticias del pueblo para todos, o era lo que solo recibía una vez al año, en primavera. Cuando el monje entró a una sala de estar acompañado de Omi, esperaba encontrar un montón de papeles en forma de anuncios o avisos, pero lo que vio sobre la mesa le dejó helado. Un sobre de color negro con un sello de cera de la letra S, de color carmín. No recibía este tipo de cartas, más que en primavera, por ser la temporada de cumpleaños de Jack. Esta carta venía de los Spicer. –Omi. –llamó haciendo que el niño volteara a verle en seguida. – ¿Quién te dio este sobre?

-Oh. –soltó pensando. –Estaba entrenando con Jermaine cuando un viajero vestido de negro sobre un caballo llegó y nos la dio sin decir nada.

-¿Así nada más? –preguntó viendo al sobre. Estaba dirigida a él. Cosa extraña, puesto normalmente estaban dirigidas a Jack, las cuales eran interceptadas por él y Dojo. No debía de verlas. Dieciséis cartas y paquetes habían recibido en total, pero aparentemente está no caería en la colección. Sin más, el monje le pidió al niño que se retirara y entonces abrió la carta.

Las cosas no podrían empeorar, puesto la carta le estaba informando que al día siguiente recibiría visitas directas del palacio. Sea quién sea de quién esté hablando la carta, mencionaba que tenía las intenciones de revisar la condición de la maldición del príncipe. Lo peor, es que ya no tendría tiempo de contestar a la carta y pedirles que por favor no vengan, sino que tendría que llevarse la vergüenza de que vinieran de tan lejos para decirles que Jack ya no estaba en el monasterio, y que probablemente estaría muerto para entonces. ¿Cómo decirle al matrimonio real que perdió a su hijo? ¿Con qué corazón sería capas de decirles?

Que vergüenza para el monje Fung. Que vergüenza para el Monasterio Xiaolin.

XXXXXX

El palacio del monte del Oeste, por primera vez en décadas había abierto todas sus ventanas. Aire corría por los pasillos y hasta estaban pintados de mármol blanco. Tan bello y brillante que se podría ver el reflejo. Una de las cosas del palacio que había sorprendido a Jack; a parte de las cortinas y ventanas, el lugar estaba bastante limpio. Cosa que le pareció extraño en primer lugar, puesto se suponía que Chase estaba solo en este lugar enorme y oscuro. ¿Verdad?

Ante el pensamiento, el joven no pudo evitar ponerse nervioso mientras que caminaba por uno de los pasillos. De repente, una de las puertas se abrió llamando su atención. Aun estaba oscura. –Extraño. –soltó. –No había visto esta puerta hace rato. –sin siquiera pensarlo entró muy campante. Y con ojos acostumbrados a la oscuridad, encontró fácilmente las cortinas. Y repitió exactamente lo mismo que en todos los otros cuartos, y el lugar se iluminó. A contrario de todos los demás cuartos. Este pareció ser un salón de baile. Cosa, que Jack no tenía idea, puesto nunca había estado en uno.

-¿Por qué no hay muebles? –se preguntó observando el lugar, pilares dividían las ventanas y muy pocas mesas pequeñas con flores, las cuales estaba marchitas. En medio, un hermoso candelabro colgaba de una cadena de color dorado que era sostenido por una polea, casi gigantesco. Parado en medio del lugar, se volteo a ver la polea, y de nuevo al candelabro. Estuvo observándolo por un rato hasta que sonrió. –Se vería bien si estuviera encendido, en la noche. –soltó el joven caminado hacía la polea. Colocó ambas manos en la palanca para comenzar a darle vueltas, pero era tan grande que ni pudo moverla un centímetro. Siguió empujando hasta el punto en el que perdió el aire. Jack cayó al suelo tomando aire. –Ojala Clay estuviera aquí. –suspiró cerrando los ojos tranquilo.

-¿Quién es Clay? –escuchó justo en la puerta. Jack en seguida se enderezó con los ojos bien abiertos.

-Hola, Chase. –saludó sonriente, pero no llegó a sus ojos, era exactamente la misma expresión que antes.

Chase parpadeo lentamente, parecía como si estuviera tomando aire a esa velocidad. – ¿Quién es Clay? –preguntó de nuevo.

-Ah, es uno de mis compañeros del monasterio. –contestó poniéndose de pie.

-¿Y para qué quieres que esté aquí? –preguntó entonces mientras parecía tener algo entre ambas garras.

-Eh. –Jack no supo qué contestar por un momento. Tomó aire. –Para que me ayudara a mover esta polea. –contestó señalándola. El dragón en seguida se volteo a ver a lo que había señalado Jack, para entonces asentir tranquilamente y caminar hacía él. Jack no pudo evitar más que ponerse extremadamente tenso. Sin verle, Chase le pasó de largo para que con una mano moviera la polea y el enorme candelabro bajara lentamente hasta el piso. Jack observó sorprendido.

-Cuando quieras subirla, avísame. –dijo para que se topara con un joven asombrado.

-¡Eres muy fuerte! –soltó con la mirada iluminada, el dragón no esperaba ver esa mirada dirigida a él.

Chase no pudo evitar desviar la mirada un segundo para volverse a Jack, no tenía idea de qué decir. Entonces, recordó a qué había ido. –Toma. –dijo firmemente mientras alzaba la garra hacía Jack. El joven se tensó ante el movimiento para observar la garra verde. Al entender a qué se refería, el albino en seguida puso las manos para recibir lo que le estaba dando. En sus manos blancas cayó un pequeño pomo de color morado, casi negro. Jack le observó con duda al ver lo que tenía en sus manos, entonces lo abrió para encontrar una especie de crema color blanco. –Para tu nariz. –apuntó Chase. –Es en base a flores medicinales que tengo… Póntela.

Sin protestar, el albino obedeció y se la untó sobre la parte herida de su nariz, podía sentir como de su piel se estaba enfriando de manera placentera. Sonrió. –Gracias, Chase.

El dragón negó entonces. –Cualquier cosa que necesites, pídela. Y te la mandaré llevar. –aseguró tranquilo.

Ante el comentario, Jack no pudo evitar parpadear en forma confusa, Chase obviamente lo notó e hizo un gesto en duda. – ¿Hay alguien más a parte de ti en este palacio? –preguntó el albino.

-Mis sirvientes. –contestó Chase como si fuese lo más normal del mundo.

¿Sirvientes? –Jack comenzó a pasear la mirada con el ceño fruncido. No había visto a nadie en todo el palacio más que a Chase. ¿Estaba alucinando cosas? ESPERA. –un pensamiento le golpeo. Comenzaba a tener sentido, de hecho. El palacio estaba en muy buenas condiciones, limpio, y no aparentaba la edad que se supone que tenía, el lugar estaba tibio, nada estaba maltratado… Con excepción de las cortinas. Pero, fuera de ello, todo lo demás estaba perfecto. –No he visto a ninguno. –comentó entonces viendo a Chase.

-Lo sé. –contestó sin más.

Jack no contestó ante eso, este solo se volvió hacía la medicina que le había dado para entonces ver al dragón. –Entiendo.

Chase de alguna manera se complació con esa respuesta. –Antes de que…. –volteo al candelabro –hagas lo que sea qué ibas hacer, quiero mostrarte algo. –avisó volteando hacia la puerta y alzando la mano en forma de invitación. Jack caminó a dónde Chase le indicaba, solo escuchaba al dragón decirle por dónde irse, hasta que llegaron a una serie de habitaciones. –Te gusta la luz. ¿No? –preguntó la bestia al pararse frente a una puerta. Jack asintió avergonzado por la observación. –… Supuse que te gustaría esta habitación. –dijo sin verlo al abrir el cuarto.

Jack se sorprendió. La habitación no solo estaba iluminada hasta hacer notar la pared de mármol, era hermosa, y lo más ostentoso del lugar, era una ventana, del piso al techo, dejando ver el hermoso paisaje. Con una cama de sabanas de seda blanca, rodeada de madera oscura, y hermosos muebles blancos con toques dorados y de la misma madera que la cama. El albino se quedó sin palabras. Nunca había estado en una habitación así, parpadeo al tomar aire, y se volteo al dragón que estaba parado alado de él.

-Mi habitación es la que está allá. –dijo apuntando una entrada de doble puerta al fondo del pasillo. –Está será la tuya.

-¿De veras? –preguntó con sorpresa. Chase asintió, se dio la vuelta con intención de irse. – ¡Gracias! –soltó Jack mientras el dragón se iba por el pasillo. Al ver que se fue sin decir nada, el joven solo se limitó a suspirar y entrar al cuarto.

Examinó el cuarto con admiración y encantado, estuvo por horas, e incluso se dio cuenta que le habían puesto ropa nueva en el ropero, y había unos cuantos libros, bastante interesantes. Para cuando se dio cuenta, estaba anocheciendo.

-Ya no tendré tiempo de…. –pero la puerta tocó. – ¿Sí?

La puerta se abrió. Chase. –Ven a cenar. –ordenó al abrir la puerta por completo.

Obediente, el joven se levanto del piso en dónde estaba leyendo, y siguió a Chase hasta un enorme comedor en el que les esperaba un festín.

Como era de esperarse, Chase se sentó en la cabecera e incitó a Jack a sentarse a su lado, la comida ya estaba servida en su lugar y hasta la bebida. Comenzaron a comer tranquilamente. De repente el silencio se quebró cuando Chase se volteo a Jack. – ¿De cuál monasterio vienes? –preguntó.

Jack, al no verle mal el contestarle con la verdad, lo hizo. –Del Monasterio Xiaolin.

-¿Cómo es? –preguntó

Jack parpadeo por la pregunta. –Es viejo. –contestó sin pensar. Chase lo observo un momento al ver que el albino comenzó a pensar mejor la pregunta, puesto había llegado a la conclusión de que era extremadamente general y debía extenderse. –Crecí con otros cinco. Clay, quién ya mencioné, Raimundo, Kimiko, Omi y Jermaine. Todo el tiempo, los monjes nos enseñaban cosas nuevas. –por un momento se quedó pensativo, y al notar que Chase no había dicho nada, decidió seguir. –A mí y a Kimiko nos dejaban ir a la biblioteca sin permiso, ya que sí cuidábamos las cosas. Clay siempre fue el más fuerte, siempre. A Raimundo le encantaba dirigir cualquier actividad cuanto pudiese, es justo y honrado, y siempre se le ocurrían ideas para divertirse, nunca le importó el "después".

-Suena problemático. –suspiró mientras su larga lengua de reptil se sumergía en su copa. Jack sonrió nervioso ante eso, pero extrañamente, una parte de él lo encontraba sorprendentemente fascinante.

-Lo fue. Sí. Muchas veces. –admitió. –Pero eso le quitaba lo aburrido al lugar. –rió.

-¿Qué hay de Omi y Jermaine? –preguntó entonces al tomar pan del centro de la mesa y ofrecerle a Jack, quién tomó sin dudar.

-Ellos son los más jóvenes. –explicó partiendo su pedazo de pan. –apenas están teniendo las clases marciales que rige el lugar, y Fung, mi maestro, está siendo un poco estricto con ellos para avanzar rápido. –se metió la comida a la boca.

-¿No les molesta?

-Qué va. –soltó al tragar. –Les encanta. Sobre todo a Omi. –observó su comida. –Quieren crecer rápido.

-Es común en los niños. –contestó sin verle, se había concentrado en su comida. Estuvieron un momento en silencio, para que hiciera otra pregunta – ¿Qué tipo de maldición tenías? –Jack volteo a verle. –Si te molesta, puedo preguntar otra cosa.

-No. –soltó. –Está bien, solo no la esperaba. –se explicó. –Pues. –tomó un buen trago de su copa. –La luz del sol me lastimaba. –contestó para que Chase se volteara a verle sorprendido.

-¿Desde hace cuanto?

-Desde que tengo memoria. Bueno. Me di cuenta cuando tenía al menos unos tres años. –Chase le observó con escepticismo. Jack rió. –Lo recuerdo. En serio. –tomó aire. –Mi piel se quemaba al tocar la luz del sol… y gracias a esa flor. Pude hacer lo que nunca había hecho. –dijo con una sonrisa.

Chase no contestó.

Jack se decidió por continuar. –Por causa de ello, nunca pude ir al pueblo, o jugar con Rai, o Clay, ni Kimiko. –comenzó a reírse. –Recuerdo cuando tuve que explicarle a Omi que no podía salir. Trató de quedarse adentro tanto como yo, pero se aburría rápido. En cuanto Jermaine, él lo entendió en seguida. Nunca batallé con él.

-Entonces. –Jack volteo a ver a Chase. – ¿Por qué viniste? Pudiste salir al fin, ir al pueblo, jugar con los niños y conocer a otras personas. Y lo primero que hiciste fue encerrarte de nuevo, en mi palacio.

-Sí. –afirmó. –Lo hice.

-¿Por qué? –Jack suavizó su mirada ante la pregunta y observó su bebida entre sus manos. Sin decir nada sonrió suavemente y volteo a ver a la bestia que le observaba con fuerza. –No lo sabes. –dijo para que albino volteara a otro lado.

-¿Me puedo retirar? –preguntó entonces.

-Puedes. No olvides ponerte la medicina antes de dormir. –dijo asintiendo lentamente para que Jack se levantara y se fuera a su habitación. –Descansa.

XXXXXX

El invierno le dio la bienvenida al Monasterio Xiaolin al darle un fuerte sol que derritió gran parte de la nieve, pero por desgracia, a nadie pareció importarle, puesto los monjes sabían que no duraría, ya que en la noche se volvería a congelar. En cuanto al monje Fung, sentía que la desdicha le consumía hasta las venas, y ninguno de sus estudiantes sabía porqué. Los primeros al darse cuenta, fueron los más jóvenes, Omi y Jermaine, que de momento, lo primero que hicieron fue preguntarle si se encontraba bien. El monje les pidió que lo dejaran pasar.

Kimiko al regresar del pueblo para avisar que había conseguido trabajo, se dio cuenta de la condición de su maestro, e hizo la misma pregunta que Omi. El recordar la diferencia de edad entre ella y el niño, Fung recordó lo sencillo que ahora se le era hablar, y le contestó. Le explicó lo mal que se sentía por Jack, y que quería hacer algo al respecto, pero no podía, porque debía respetar la decisión del albino.

La joven no pudo evitar sentirse mal con él. Extrañaba a su compañero y por supuesto que no le deseaba ningún mal, pero al suponerse que había sido la bestia quién le recibió, Jack ya debería de estar muerto. Llegaron a esa conclusión, cuando Raimundo y Clay llegaron al templo. El monje y sus estudiantes se juntaron para desayunar y compartir la hora de la meditación, juntos.

Para el momento en el que ya estaban listos los preparativos de esa hora, llegó una carroza de la familia real, la que Fung conocía muy bien. Los Spicer. Ante eso, les ordenó a sus estudiantes que se quedaran en la sala de meditación mientras atendía a su invitado y que de ninguna manera los interrumpieran.

Quién se bajó de la carroza, fue una mujer. Bella, se tenía que admitir. Muy bien vestida, su vestido era oscuro con encajes morados, y le hacían resaltar su hermosa figura. De cabello rojo brillante, piel oscura, y un par de ojos de color de las esmeraldas. Fung jamás había visto una mujer así, puesto al momento en el que ella puso un pie en el Monasterio, se podía sentir la energía oscura salir de ella. Era pesada y se batallaba en respirar. Fung se dio cuenta de lo que era. Una bruja.

Por tan mal que estuviera respirar en el mismo aire que ella, Fung se vio obligado el hacerla pasar y servirle un té.

-¿En qué puedo ayudarle? –preguntó cortésmente.

-Mi nombre es Wuya. –dijo la mujer al sentarse frente al monje. –He venido a revisar la condición de la maldición del príncipe Jackson. –se explicó. Fung asintió para que solo se limitara a observarla unos cuantos minutos con el rostro tranquilo. –… y espero que lo pueda hacer venir. –agregó al ver que el monje no se inmutó.

Tomó aire. –Jack no está. –dijo al fin.

La expresión de Wuya fue sorprendente. – ¿Cómo?

-Jack no se encuentra en el monasterio. –elaboró Fung al ver la cara de la mujer. –Se fue hace tres días.

-¿Tres días? –soltó llena de sorpresa. – ¿A dónde? ¿Cómo?

-Antes, conseguí la cura de su maldición, y el eligió irse. –se explicó.

-¿Cura? No sea ridículo, monje. –escupió. –Es imposible.

-Le aseguró, que yo mismo vi el resultado.

-¿De dónde? ¿Con qué? –exigió saber.

Ante eso, Fung en seguida mandó a traer lo que quedaba de la flor, y fue bastante. Dojo en seguida trajo a la habitación una rosa blanca en excelentes condiciones. Parecía de mentira a simple vista, pero al tocarla se aseguraba su autenticidad. La flor parecía ser nueva, puesto tan solo le faltaban unos cuantos pétalos. Wuya la tomó con delicadeza al notar las caras de los monjes sobre ella. La observó de todos los lados posibles, la acarició y la olió. La estudió con minuciosidad frente ambos monjes. Fung no le quitaba la vista de encima, trataba de encontrar cualquier gesto extraño en el rostro de la bruja, cualquier cosa, puesto si algo había aprendido de las brujas oscuras es que no eran de fiar.

-¿De dónde sacaron esta flor? –preguntó Wuya viendo a Fung a los ojos.

Dojo observó a su superior durante un momento. –Me la regalaron. –contestó el monje.

-¿Te la regalaron? –soltó la mujer con el rostro incrédulo.

Fung asintió.

-¿Quién? –preguntó con fuerza.

-No sé su nombre. –aseguró el monje. La bruja lo fulminó con la mirada, pero Fung se mantuvo firme ante ella. La habitación se oscureció y las velas se apagaron, y el frío se tragó la habitación. No soltaron la mirada del otro, ni con lo que había sucedido en el cuarto hasta que de repente, llamado la atención Dojo se levantó de su lugar.

-Con permiso. –dijo mostrando la fuerza en su voz. Abrió la puerta corrediza, y al cerrar la puerta, se pudo escuchar perfectamente cómo tomaba aire.

-¿Sabe alguna otra cosa de está persona? –preguntó la bruja.

-No. –Wuya frunció el ceño al escuchar eso, no sabía exactamente qué decir. Se volvió a ver la flor. Ella conocía esa planta. Era una rosa del cielo. Si bien recordaba, una rosa completamente blanca era la firma de El Máximo. Que significaba que el Gran Maestro había pisado tierra. Cosa que resultaba imposible, la última vez que lo hizo fue cuando…. Oh. – ¿Ocurre algo? –preguntó el monje al darse cuenta que la bruja llevaba mucho tiempo callada.

Ella volteo a verle, suspiró. –Lo que pasa, es que conozco está flor. –contestó la mujer.

-¿Ah, sí? –soltó Fung.

-Oh, claro. La reconozco. –lo dijo con lastima en la vos. Fung por supuesto que lo notó.

-¿Qué sabe de ella? –preguntó entonces.

-Lo suficiente para decirle que si la usó como ingrediente principal para la cura de la maldición de Jackson no será suficiente. –afirmó con fuerza. Fung alzó la ceja en forma de duda, no le gustaba lo que estaba escuchando. Ella decidió continuar. –Esta cura que le dio es temporal. Además, quién sabe qué tipos de efectos le haga después.

Por tan solo un instante, Fung sintió como todo su cuerpo se congelaba através del pecho, dejó de sentir las piernas y las manos le comenzaban a temblar.

-¿Entonces? –soltó el monje.

-Tal vez se pueda hacer una mejor cura, quiero decir –comenzó –tengo experiencia en el tema de su maldición, la he estado estudiando. –dijo pensativa.

-¿Eso funcionaría? –preguntó con fuerza.

-Primero tendría que ver a Jackson. –contestó entonces. –Tengo que determinar la condición de su maldición. –declaró al ponerse de pie, Fung la imitó. –Por ahora me iré, pero regresaré, y espero que Jackson esté aquí.

Fung no contestó, simplemente vio como la bruja se iba, de cómo al salir de la habitación las velas se prendieron de repente y el calor regresó, salió del Monasterio y se subió al carruaje. El monje al verificar que se había ido regreso a la habitación donde habían estado. –Ya sé que están aquí. –dijo tranquilo.

Como sombras, aparecieron Rai, Clay y Kimiko.

-¿Qué tanto escucharon? –preguntó Fung el ceño fruncido.

-Todo. –contestó Raimundo con fuerza. Al ver la cara de su maestro bajó el rostro. –Es mi culpa, yo quería escuchar y ellos querían detenerme. –el monje suspiró ante eso.

-Recuerda que en el monasterio no eres un soldado. –le advirtió el maestro y el ojiverde asintió.

-¿Usted sabía que Jack era…? –Clay no pudo terminar la pregunta puesto el monje contestó con velocidad diciendo que sí.

-¿Qué debemos de hacer, entonces? –preguntó Kimiko con dolor en la voz.

-Iremos por Jack, por supuesto. –contestó parándose frente a sus compañeros. –Puede que dónde sea que esté no pueda salir por el sol. Nos necesita. ¿Verdad, Maestro Fung? –se volvió al monje.

-No estoy seguro. –soltó con lentitud. Los jóvenes le observaron sin saber qué decir. Dicho eso, este solo se dio la vuelta para dejar solos a sus estudiantes, ellos sabían que él iba necesitar pensarlo bien. Tendrían que esperar.

XXXXXX

En el carruaje negro, Wuya se sentó con una sonrisa en el rostro, cruzó las piernas con elegancia y se volteo a su acompañante. –Necesito que te quedes en el monasterio. –dijo con tranquilidad.

La joven rubia de ojos azules que vestía el uniforme de guardaespaldas, la observó durante un momento sin decir nada para que se volteara al monasterio por la ventana. – ¿Por qué? ¿Qué descubrió, Maestra?

-Esto. –dijo sacando la rosa albina de su manga. – ¿Sabes qué es esto, Ashley? –la joven negó. –Esto es la firma de El Máximo. Sea de dónde sacaron esto, es tierra santa. Esta flor no solo tiene poderes curativos, sino que guarda secretos extremadamente poderosos. –contestó para que Ashley se sorprendiera por completo.

-¿El Máximo? –preguntó incrédula. –Pero, usted dijo que la flor no curó al príncipe. –dijo confusa.

Wuya sonrió al darse cuenta que su estudiante los había espiado, no le importaba en realidad. –Y es verdad, no le dieron la dosis adecuada a Jackson, no le durará mucho. –dijo con una risita. –Estos monjes nunca han visto una flor del cielo, eso es claro. Pueda que sí hayan escuchado de ello, pero es magia muy antigua, sobre todo El Máximo.

-¿Entonces? –soltó Ashley. –El plan no puede seguir así.

-Al contrario, nos da un poco de ventaja, por eso te irás al monasterio y descubrías en dónde esta Jackson y de dónde sacaron la flor del cielo.

-Y al hacerlo. ¿Qué quiere que haga? –preguntó con una sonrisa.

-Ejecutas el plan. –contestó muy tranquila. –No importa en dónde se encuentre el príncipe, se puede de todos modos. Yo me encargaré de la tierra santa.

-Muy bien, Maestra. –dijo al salir por la ventana del carruaje.

-Espero que hayas vivido bien, Jackson.
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MensajeTema: Re: El Chico y La Bestia: Capítulo 2   El Chico y La Bestia: Capítulo 2 Icon_minitimeDom Mar 16, 2014 6:42 pm

Manny!! me encanta tu fan fic, escribes muy bien!!! tzuki2 onion5 
espero lo continues pronto!
ahhh <3 Jack lindo bebe
 onion8
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El Chico y La Bestia: Capítulo 2
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